Wednesday, March 5, 2014

Cómo decirte que te quiero - cap 5


Pablo: –¿Observando estrellas o pensando lanzarte desde aquí a la piscina?
Gaby: –Pablo, ¿qué haces aquí? –me había sorprendido su llegada.
Pablo: –Vine a hablar contigo.
Gaby: –¿Ya Vega te obligó a dirigirme la palabra o vienes a decirme que baje para que
me llamen la atención y me envíen a mi casa en el primer vuelo de mañana?
Pablo: –¿¡Já! eres muy divertida, lo sabes?
Lo miré a los ojos. Se acercó a donde yo estaba y se apoyó en el muro del balcón.
Comenzó a mirar hacia la zona de abajo mientras yo lo miraba a él.
Pablo: –Nadie me a obligado a venir.
Gaby: –Entonces, ¿qué haces aquí?
Pablo: –Ya te dije, vine a hablar contigo. Eso, si quieres, claro está.
Gaby: –¿Y de qué quieres hablar?
Pablo: –Mmm… digamos que de ti.
Gaby: –¿De mí? –él asintió sonriendo y girándose para mirarme.
Pablo: –Cantas bien, ¿lo sabías?
Gaby: –¿Te viniste a burlar de mi, verdad?
Pablo: –Te he escuchado cantar, y lo haces bien. No eres mi estilo musical pero cantas
bien.
Gaby: –Sí, ya te creo, y ¿donde me has escuchado?
Pablo sacó de su chamarra una caja de un disco y para mi sorpresa era el mío.
Estaba como nuevo. Rió, seguro por la expresión que había puesto mi cara.
Gaby: –¿Donde… de donde sacaste eso?
Pablo: –Lo tomé de las cosas de Vega el día en que nos presentaron. Lo he escuchado
un par de veces en estos días.
Gaby: –Ah… –me había quedado sin palabras. Nunca, lo repito, nunca había pensado
que ellos hubieran escuchado mi disco.
Pablo: –Además eres buena en escena. Lo comprobé hoy. Tienes mucha energía.
Gaby: –De seguro fui un desastre en esa presentación.
Pablo: –Sin haber ensayado juntos, y con la poca ayuda que te ha dado Bárbara, hiciste
más de lo que yo esperaba.
Gaby: –¿Esperabas algo de mi?
Pablo: –Obvio, era la primera vez que te veríamos cantando. Esperaba que se te olvidara
la letra o metieras la pata.
Gaby: –Ja, ja, que gracioso. –mi cara reflejó mi molestia de seguro porque él sonrió.
Pablo: –No lo tomes a mal. Fue un chiste de mal gusto lo sé. Perdóname.
Yo asentí en silencio. La verdad era la primera conversación sensata que mantenía
con él. Me miraba con tanta curiosidad que hasta un poco de vergüenza me daba.
Pablo: –¿Por qué aceptaste venir?
Gaby: –¿Ah?
Pablo: –¿Por qué aceptaste venir?. Sabiendo que solo podría ser temporal aceptaste
dejar tú carrera como solista botada y acompañarnos. ¿Por qué?
Gaby: –No… no lo sé. –me tomé un momento para pensar la respuesta– Algo dentro de
mí me decía que no desaprovechara esta oportunidad. Una vocecita que te dice que
hacer.
Pablo: –La mía se queda callada todo el tiempo, sino no me hubiera tatuado tanto.
Solté una carcajada. Qué acaso Pablo no tomaba la conversación en serio.
Gaby: –Pues la mía a cada rato me insiste en que siga. Es lo que ha hecho que me
mantenga aquí en vez de coger mi maleta y regresar a Ecuador.
Pablo: –¿Y por qué has querido regresar?
Gaby: –Esa pregunta creo que sobra. Sabes la respuesta muy bien.
No respondió pero algo en su rostro me indicó que había entendido mi indirecta.
Volvió a bajar la mirada hacia la zona de abajo del balcón y comenzó a jugar con la caja
del disco.
Pablo: –Me disculpo por la forma en la que nos conocimos. Sé que soné un poco grosero.
¿Supongo que entiendes el porqué?
Gaby: –Si lo entiendo, o bueno, trato de entender.
Pablo: –Nicole ha estado con nosotros durante siete, casi ocho años. Es difícil aceptar
que se marcha.
Gaby: –Pero tal vez no se vaya, tal vez solo necesita este tiempo para…
Pablo: –Gabriela, Gabriela. Nicole no va a regresar. Es tonto mantener una esperanza en
algo imposible. –volvió a mirarme.
Gaby: –¿Y porqué estás tan seguro?
Pablo: –Sé lo que pasó. Sé el motivo por el cuál Nico se fue. Y es por eso que sé que no
regresará.
Gaby: –¿Y puedes…?
Pablo: –No quiero hablar de eso.
Asentí despacio pero preocupada de haber ido un poco lejos. Esperé a que el
siguiera hablando. Había vuelto la mirada al disco.
Pablo: –¿Ya te sabes todas las canciones?
Gaby: –Casi. Sobrevive es un disco muy rudo en sus letras.
Pablo: –Es el estilo de Gus. Escribe buenas letras. Pronto lo conocerás.
Gaby: –¿Crees que me vaya a quedar?
Pablo: –No lo sé. Pero por el momento eres la única opción. Eso es una ventaja.
Sonrió y me volvió a mirar. Yo sonreí. Había algo en él que me hacia sentir
tranquila y reconfortada a la vez. Tal vez eran sus ojos o su sonrisa. No sé la verdad.
Pablo: –Tienes una linda sonrisa, ¿lo sabías Gabriela?
Gaby: –Gracias –me ruboricé un montón porque sentía mi cara ardiendo– y puedes
llamarme Gaby, es más corto.
Pablo: –Gaby. Ok.
Gaby: –¿Y tú que cuentas Pablo?
Pablo: –Depende de lo que me pongas a contar, se contar hasta más de un millón creo,
pero nunca fui muy bueno en las matemáticas. Cuento palillos, ovejas, manzanas. Incluso
cuento en ingles, aunque no pronuncio muy bien.
Gaby: –No me refería a eso –comencé a reír, de verdad que no tomaba en serio las
conversaciones– me refería a ti. ¿Cómo te sientes en el grupo?
Pablo: –Ah… sobre eso. Mira, hace dos días pensé que Kudai se acabaría por ir al hoyo.
La verdad no pensaba en que pudiéramos seguir. La Bárbara es buena cantando pero
hacía falta la característica voz de Nico.
Gaby: –¿Y ahora?
Pablo: –No sé la verdad. Contigo hay una esperanza. Te has animado a tomar un riesgo.
Gaby: –Gracias.
Pablo: –¿Por?
Gaby: –Por pensar que yo puedo ayudarlos.
Pablo: –Tranquila. Sé que lo harás bien.
Una lágrima bajó por mi mejilla. Traté de secarla rápido para que él no la viera pero
no pude. Se acercó un poco más y me pasó su dedo por el rostro. Su contacto fue suave
y tierno, nada que ver a lo que su apariencia definía.
Pablo: –No llores Gaby.
Gaby: –Es que es triste pensar que todos esperan mucho de mi. No se que haré si les
fallo. Hoy ya empecé mal y no quisiera que se repitiera.
Pablo: –Tranquila, yo te voy a ayudar.
Asentí despacio y tomé su mano. El la estrechó fuertemente.
Pablo: –¿Quieres salir a dar una vuelta por la ciudad?
Gaby: –¿Ahora?
Pablo: –Sí, vamos. Ale es mexicana y conoce muchos lugares de esta zona. Nos invitó a
dar una vuelta.
Gaby: –¿Y van Bárbara y Tomás?
Pablo: –Obvio tontita, vamos todos excepto el amargado de Vega.
Gaby: –Prefiero no ir, no quiero incomodarlos con mi presencia. No quiero forzarlos a mi
compañía.
Pablo: –Vamos Gaby, no eres ningún estorbo ó parasito para que no quieras venir. Ese
güevon de Tomás es un fiestero, ya verás que compartiendo este rato se le pasa su
bronca y comienza a hablarte. En el caso de la Bárbara, lo que pasa es que es un poco
tímida contigo.
Gaby: –¿Tímida? ¿Seguro? Yo la veo muy decidida.
Pablo: –Desde ayer quiere darte las gracias por comprenderla. Ya nos contó lo que hiciste
por ella en la noche.
Gaby: –Ah…
Pablo: –Vamos, no me voy a ir de esta habitación hasta que digas que vas con nosotros.
Pablo no soltaba mi mano e insistía en que los acompañara. ¿Que hacer? Mi voz
interior se había esfumado o como la de Pablo se quedaba callada porque no quería
embarcarme.
Gaby: –Está bien. Voy a aceptar solo porque me lo estás pidiendo tú.
Pablo: –Perfecto.
Me ayudó a bajar del muro del balcón y me esperó sentado en mi cama a que yo
me arreglara un poco. Luego bajamos los dos despacio hasta el lobby. Cuando
llegábamos a la última escalera me pasó un brazo por sobre los hombros y me abrazó
fuerte. Esa fue la primera vez que sentí algo extraño dentro de mi estomago. Yo
correspondí abrazándolo por la cintura ya que soy una enana y no llegaba más arriba,
además de que en ese momento andaba zapatos tenis. Cuando llegamos al lobby pude
notar cierta expresión de sorpresa en los rostros de Tomás y de Bárbara al vernos y una
sonrisa en los de Daniela y Alexa.
Alexa: –Veo que salió humo blanco.
Daniela: –Ya estás más tranquila Gaby.
Gaby: –Estoy mejor, gracias.
Alexa: –Entonces nos podemos ir de reve. Conozco un antro buenísimo.
Gaby: –¿Y tenemos permiso?
Daniela: –Claro que sí Gaby. Por cierto Pablo tú conduces por faʼ.
Pablo: –Ok, pero Ale va junto a mí o si no nos perdemos.
Avanzamos todos hacia la camioneta. Pablo se sentó al volante mientras Alexa se
sentaba a su lado. Daniela y yo nos sentamos juntas y Tomás y Bárbara se sentaron
detrás de nosotras. No me habían dicho nada pero si hablaban muy bajito entre ellos.
Duramos unos pocos minutos hasta que llegamos a un lugar. Era la primera vez de
todos en México así que nos sorprendíamos con la vida nocturna. Yo adoro las fiestas,
tengo que decirlo, pero no sabía si esta la iba a disfrutar igual. Bajamos de la camioneta y
nos dirigimos a la entrada. Todavía no he podido averiguar como hizo Alexa para
convencer al chico de la entrada que dejara pasar a Tomás y a Bárbara, ya que ninguno
de los dos había llegado a los dieciocho años todavía. Ya dentro del antro el ambiente de
fiesta envolvía cada una de las esquinas. No dirigimos a una mesa que encontramos
vacía y nos sentamos ahí. Pasamos largo rato charlando entre todos pero Bárbara y
Tomás no me habían dirigido la palabra en todo ese rato. Yo notaba como que Pablo
tampoco estaba muy a gusto en ese lugar. Luego de un rato Daniela y Alexa se
marcharon creo que al baño y quedamos los cuatro en la mesa.
Pablo: –¿Estás disfrutando Gaby?
Gaby: –Está muy bonito el lugar.
Pablo: –¿Quieres algo más de tomar, voy a traer algo?
Gaby: –Esta bien, gracias Pablo.
Pablo: –¿Y tú flaca? –lo dijo mirando a Bárbara.
Barbi: –Si eres tan amable y tan buen caballero.
Pablo: –No comiences. Tomás acompáñame a traer algo.
Tomás: –¿Y porque tengo que ir yo güevon, no puedes solo?
Pablo: –Puta Tomás, es un favor.
Pablo se puso de pie molesto. Tomás suspiró y segundos después lo siguió así que
en la mesa quedábamos Bárbara y yo. Comencé a mirar hacia todos lados disfrutando del
ambiente.
Barbi: –Gracias.
Me giré sorprendida y observé a Bárbara. No me miraba directamente pero tomaba
el vaso que tenía frente a ella con mucho nerviosismo.
Gaby: –Descuida.
Barbi: –De verdad Gabriela, gracias. Nadie había mostrado ese comportamiento hacia mí
comenzando a conocerme. Y menos de la forma en la que te he tratado.
Gaby: –No te preocupes.
Barbi: –Pero es que yo debería disculparme. He sido egoísta.
Gaby: –Yo te entiendo. No tienes porque disculparte.
Barbi: –Pero debo. Así que perdóname por todo el despreció que te he mostrado.
Gaby: –Ya Bárbara, detente. Todo está bien.
Levantó la mirada y me observó a los ojos. Pude notar unas lágrimas a punto de
salir, por lo que la abracé. Fue un impulso repentino pero para mí esas palabras que me
había dicho me mostraban un sincero arrepentimiento.
Gaby: –No llores Bárbara. No aquí. Hagamos como que no ha pasado nada entre
nosotras. ¿Está bien?
Barbi: –Esta bien.
Nos quedamos en silencio un rato pero nos sonreíamos al mirarnos. Pablo y Tomás
regresaron al poco tiempo al igual que Alexa y Daniela. Estuvimos charlando y disfrutando
un buen rato hasta que Tomás se llevó a Bárbara a bailar. Yo miré a Pablo a ver si el me
iba a decir algo pero lo notaba bastante aburrido. Alexa me miró y me dijo si quería ir a
moverme a la pista un rato por lo que acepte, total era una fiesta, tenía que disfrutar.
Nos dirigimos a la pista y estuvimos bailando durante un gran rato. Cada cierto
tiempo el lugar se comenzaba a llenar más y más. Podía notar a Bárbara bailando a
varios metros de distancia con un chico que no conocía. Mientras yo daba vueltas por la
pista al ritmo de la música podía ver a Alexa regresando a la mesa junto a Daniela y Pablo
que hablaban de algo. Cerré los ojos para escuchar la música cuando choqué con alguien
y casi caigo al suelo de no ser porque el chico me sujeto de la cintura.
Tomás: –Disculpe señorita, no me fijé que… –se quedó callado al verme.
Gaby: –Gracias Tomás. Discúlpame tú a mi. Cerré los ojos y no me fijé para donde iba.
Tomás: –Descuida.
Me soltó despacio. Yo sonreí para darle confianza entonces el sonrió y me tomó de
la mano. Se acercó a mi oído para decirme algo ya que la música era muy fuerte.
Tomás: –Me perdonas por como me he comportado.
Yo sonreí, luego lo abracé y le di un beso en la mejilla, algo que lo sorprendió pero
que al final lo hizo sonreír por lo que continuamos divirtiéndonos hasta bien entrada la
noche

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